“Teresa y las películas de zombis”. Tribuna de Guillermo Prada en El Español
Guillermo Prada (socio de PradaGayoso)
El Español
Mi sobrina Teresa me preguntó el otro día qué era un zombi y, como no me gusta privar a mi hermano del placer de verse sometido a sus interrogatorios, traté de escabullirme explicándole que no se preocupara porque era un monstruo de mentira que solo salía en las películas de miedo para mayores.
No contenta con mi evasiva, me contestó: “Pues lo han dicho en la tele y papá estaba hablando de ellos por teléfono”. Estuve tentado de finalizar la videollamada inventándome un corte, pero esta estrategia —que me suele funcionar para zafarme de las preguntas insidiosas de los letrados cuando defiendo un informe pericial— estaba abocada al fracaso; así que prometí explicárselo el próximo día.
Al prepararme para el futuro “interrogatorio”, no he sido capaz de encontrar el origen del término en la literatura fantástica —la RAE señala como raíz etimológica el criollo de Haití—, pero sí he echado un vistazo a los “tebeos para mayores” (i. e. las revistas académicas de impacto internacional) para confirmar que la expresión proviene del ámbito de la supervisión bancaria.
En este terreno se utiliza la metáfora para resaltar los terribles efectos que produce para el conjunto de la economía la tendencia de los bancos con problemas a renovar la financiación a empresas zombis en lugar de reconocer las pérdidas. En esta cuestión existe un notable consenso sobre la conveniencia de reconocer cuanto antes los problemas y actuar en consecuencia. La razón principal es que se limita el crédito a quienes mejor uso pueden hacer de él —las empresas viables— y se distorsiona el mercado porque se favorece a los competidores con problemas, impidiéndose una reasignación eficiente de recursos escasos.
Sin embargo, extramuros de la regulación prudencial de las entidades de crédito, la cuestión dista mucho de estar clara en lo que se refiere a las consecuencias para el crecimiento económico a largo plazo cuando no hay una limitación clara del crédito disponible y el shock tiene carácter temporal.
En efecto, existen relevantes estudios que no encuentran relación de causalidad entre el número de empresas zombis y el rendimiento de las sanas. Por ejemplo, esta es la conclusión del artículo “Identificación de los efectos reales de los préstamos zombis” publicado por la Universidad de Oxford en el número de noviembre pasado de la revista The Review of Corporate Finance Studies, en la que se revisan críticamente los estudios académicos de más relevancia publicados hasta la fecha sobre la cuestión.
Así las cosas, no existe unanimidad en la literatura académica de referencia que avale el coro de opiniones que en los últimos días han alertado de los peligros de una supuesta proliferación de empresas zombis debido a la decisión del Gobierno de ampliar la moratoria concursal hasta el 31 de diciembre de 2021 y que se publicó el pasado sábado en el BOE. Por el contrario, sí es evidente el riesgo de inducir el cierre de compañías viables que atraviesan problemas coyunturales de liquidez.
Se ha dicho, asimismo, que la moratoria perjudica a los acreedores porque no podrán pedir el concurso necesario de sus deudores; pero lo cierto es que nada les impide reclamar ya en el juzgado las deudas vencidas y, en todo caso, conseguir la declaración de concurso necesario es complicado cuando el deudor ha logrado aplazar sus deudas con las administraciones públicas y está al día con sus trabajadores porque se ha acogido a un ERTE.
Es posible que la medida haya frustrado las expectativas —poco realistas— de ingresos que tenían algunos colegas; pero, mientras sigan existiendo las razones que llevaron a aprobar la primera prórroga, lo adecuado es mantener las medidas de respuesta. Cuestión distinta es que hubiera sido deseable que se aprobara antes —igual que las ayudas y otras tantas medidas—, pero, aunque sea tarde, la medida va en la dirección correcta.
Por mi parte ya tengo preparada la respuesta para mi sobrina: menos películas y más literatura.