Mucho más que una tabla de Excel: cómo diseñar un plan de viabilidad

28/10/2021

Estela de la Viuda
Asociada júnior

Cuando una empresa se encuentra en una situación de dificultades financieras, la peor decisión que puede tomar el administrador societario consiste en ignorar el problema. En cuanto surgen las primeras señales de alarma, lo más conveniente es reconocer que existen deficiencias en el modelo de negocio y llevar a cabo un ejercicio de reflexión encaminado al diseño y la ejecución de un plan de viabilidad.

Por un plan de viabilidad se entiende el conjunto de medidas concretas que una empresa vulnerable desde el punto de vista financiero debe adoptar para obtener la liquidez necesaria que le permita seguir en funcionamiento y acometer el proceso de reestructuración, sin desatender las obligaciones de pago contraídas con los acreedores. Dicho con otras palabras, el plan de viabilidad representa el tratamiento de choque que una compañía necesita para atajar su deterioro financiero y sentar las bases de una nueva etapa más sólida y estable.

Cómo diseñar un plan de viabilidad

De entrada, el administrador societario se antoja como el candidato idóneo para elaborar el plan de viabilidad, dado su profundo conocimiento del negocio. Sin embargo, en una situación de crisis no es extraño que tenga una visión distorsionada de la realidad. Agobiado por la evolución de la compañía, podría dejarse llevar por el pesimismo, o bien por un cierto voluntarismo que le impida comprender la magnitud del desafío que tiene por delante.

En estas circunstancias, resulta aconsejable recurrir a un equipo de profesionales externos, con referencias contrastadas, que analicen el problema con objetividad y que sean capaces de plantear varias soluciones a la situación de crisis en la que se encuentra la empresa.

Otro argumento en favor de la contratación de expertos independientes es el hecho de que el administrador societario deberá seguir desempeñando sus funciones habituales al frente del negocio, sin perjuicio del papel que desee asumir en la elaboración del plan de viabilidad. Además, la independencia de los profesionales externos aporta siempre mayores garantías de rigor ante los acreedores.

El primer paso en el diseño de un plan de viabilidad consiste en recopilar información actualizada y fiable sobre la situación financiera de la compañía. En esta tarea deben participar todos los miembros de la organización para lograr reunir la máxima cantidad de datos en el menor tiempo posible.

De forma paralela, es imprescindible controlar la disponibilidad de liquidez con que cuenta la empresa. Se requiere elaborar —e ir actualizando todas las semanas— una proyección de la tesorería a 90 días, partiendo de la posición neta inicial y teniendo en cuenta los flujos de caja previstos.

Una vez recopilada y analizada la información, es el momento de determinar el origen del problema y de identificar las soluciones más adecuadas. Aquí las alternativas son innumerables, tantas como empresas existen. Pero, al fin y al cabo, se trata de fijarse en la primera línea de la cuenta de resultados —la cifra de ventas— y detallar qué medidas concretas se van a tomar para captar el interés de los clientes frente a la oferta de los competidores.

Hay quienes equivocadamente asimilan un plan de viabilidad con una tabla de Excel en la que se muestra una cuenta de resultados con una evolución creciente de los ingresos. En realidad, esa tabla debería figurar en la última página del plan de viabilidad, a modo de conclusión, como la síntesis numérica de todas las propuestas desgranadas a lo largo del documento para aumentar las ventas de una compañía.

En contra de lo que suele decirse, el papel no lo aguanta todo. Un plan de viabilidad debe construirse sobre bases realistas y debe contemplar, además, escenarios alternativos según la evolución de las variables internas y externas que puedan afectar al proceso de reestructuración.

Otro aspecto importante para el éxito de un plan de viabilidad es la implicación de otros actores empresariales. No todos los cambios que haya que realizar en el modelo de negocio de una compañía dependerán en exclusiva de la propia organización. Otros habrán de ser consultados o negociados con terceros, como pueden ser los proveedores o los acreedores. Por ese motivo, es aconsejable involucrarlos en el diseño del plan para sondear su opinión e incorporar sus sugerencias.

En la interlocución con otros actores empresariales, conviene emplear un estilo de comunicación directo y conciso. Nada menos práctico que entregar un documento con cientos de páginas. La tendencia actual apunta al uso creciente de herramientas visuales para presentar la información esencial de un solo vistazo.

De cara a todos los grupos de interés de una empresa, el diseño de un plan de viabilidad no supone el reconocimiento de un fracaso, sino la voluntad de introducir mejoras en el modelo de negocio para garantizar la continuidad del negocio. Y la experiencia indica que el plan será tanto más efectivo cuanto antes se prepare y se ponga en marcha. Más vale aplicar a tiempo un plan de viabilidad que no demorarse en la resolución de los problemas y verse abocado finalmente a un plan de liquidación.